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09/10/14

El "berretín" de las cosas idas... El Tritón, algo para recordar

 

El "Tritón", era un buque de transporte de pasajeros a vapor, en la noche del 19 de Abril de 1929, mientras navegaba inmerso en una intensa niebla, encalló frente a las costas de nuestra ciudad

 

 

En el recorrido de nuestros "berretines", van surgiendo hechos o costumbres del ayer, que en estos tiempos; nos parecen insólitas, pero valiosas. Por eso a veces, la bandera de la nostalgia, resiste aferrada al mástil de los recuerdos, para desoir el canto de sirenas de la forma de vida de este mundo, que se mueve compulsiva y aceleradamente tras las riquezas y los placeres, sin importar los medios utilizados para alcanzarlos. Los cambios, que a través de los años se han ido produciendo; necesarios a veces; en otros casos nos invitan a reflexionar. Por ejemplo, hace mucho tiempo, en las entonces puras aguas del Paraná; había barcos, que navegaban, transportando pasajeros a diferentes destinos. Se recuerda; el "Ciudad de Buenos Aires; "Ciudad de Asunción"; "Washington"; "Berna"; "El Tritón.

Precisamente el relato de hoy, se refiere a la aventura sucedida con este último, del que Pueblo Aguirre, fue testigo y a su vez protagonista; y cuyo nombre quedó grabado en la memoria de su gente:





El "Tritón", era un buque de transporte de pasajeros a vapor; propiedad de la "Compañía Argentina de Navegación Nicolás Mihanovich". Partiendo de Puerto Nuevo, remontaba el Río Paraná; haciendo escala en Rosario, y continuaba luego su viaje por el litoral rumbo a Asunción del Paraguay.

Frente a nuestras costas, su paso no se alcanzaba a divisar muy bien, ya que el canal en aquellos tiempos, estaba detrás de las primeras Islas. Solamente se podía observar el mástil y el humo de su chimenea.

En la noche del 19 de Abril de 1929, en uno de sus viajes, procedente de su puerto de origen; El "Tritón" navegaba inmerso en una intensa niebla. Esto hizo que abandonara el canal y fuera a embicar cerca la costa, en el bañado conocido como de Doña María La Cordobesa; quedando el barco completamente cruzado, es decir con la proa dirigida hacia las barrancas de Arroyo Seco.

El pasaje que no sufrió consecuencia alguna, fue trasbordado y de inmediato se llevaron a cabo los trabajos de salvamento, utilizándose al efecto poderosos elementos e invirtiéndose una considerable suma de dinero sin resultado positivo.

Infructuosos fueron los esfuerzos para sacar a flote el vapor. Se ocupó a numerosas personas de Arroyo Seco, que tuvieron, con este suceso; una gran fuente de trabajo. La tarea, consistía en excavar debajo del barco, construyendo una especie de varadero artificial. Se colocaron vigas para permitir el desplazamiento del vapor. Los remolcadores, no pudieron de manera alguna, arrastrar al Tritón hasta el centro del rio. Las amarras de acero, de hasta 50 milímetros; se cortaban, y a todo esto el nivel del agua seguía bajando.

En la actualidad, cuando los pescadores retiran las redes, suelen aparecer en forma petrificada; restos de esas amarras que permanecieron tantos años entre el barro y las piedras.

Al resultar inútil todo tipo de salvataje, debieron apuntalarlo de forma tal, que evitara un daño mayor a la nave. Grandes vigas arrastradas por caballos de Doña María "La Cordobesa", sirvieron de sostenes. A todo esto, solamente había quedado sumergida una parte de la popa. Todo el resto del barco quedaba completamente fuera del agua.

Con las aguas que se habían retirado, el vapor quedó sobre la tierra como un gigante dormido; que pasaba a formar parte del paisaje. Se convierte así el lugar, en un motivo turístico. La afluencia de público en caravanas de visitantes llegaba de todas partes, para ver y fotografiarse junto al inesperado viajero, inmóvil; encallado frente a nuestras barrancas.

Es que el espectáculo que brindaba el "Tritón", con su enorme rueda, era digno de ser apreciado. El camino de acceso mas utilizado para llegar al lugar, es el que pasaba por el campo donde vivía la Familia Lizzio.

Medios de transporte de todo tipo, asistían a este paseo obligado; provenientes de Arroyo Seco, y distintas localidades, algunas distantes. Además, esta congregación de gente hizo que concurriera al lugar toda clase de vendedores ambulantes, ofreciendo una amplia gama de artículos, y dándole otra nota de colorido al inusual acontecimiento.

Estando el Rowing Club, a cierta distancia de aquí, los jóvenes de la época, tomaron como costumbre; remar hasta el barco; para luego regresar nadando, hasta las instalaciones de la entidad náutica. Se recuerda entre otros a Talín Paolini, Gotardo Ghilardi y Nito Farace.

Y así pasaron casi dos años, hasta que comenzó una intensa creciente que inundó barrios industriales y Empalme Graneros. La totalidad de las casas inundadas sufrieron perjuicios materiales y los moradores experimentaron pérdidas de importancia en ropas, muebles y enseres domésticos; arrastrados por las aguas. Así publicaban los medios de ese entonces, sobre los desastres que la crecida del Paraná ocasionaba a muchos pobladores.

La empresa naviera, propietaria del Tritón, reanudó entonces los trabajos correspondientes, ya que al elevarse el nivel de las aguas éstas anegaron el varadero artificial que se había construido. Con el auxilio de dos remolcadores, fue posible hacer zafar al buque y tironearlo hasta el centro del Río Paraná; donde quedó a flote por sus propios medios.

Logrado ese propósito, se dispuso que el "Tritón" fuera conducido a Puerto Nuevo. Después de una prolija revisión, se le realizarían los trabajos de reparación, para luego habilitarlo nuevamente al servicio.

Pasó el tiempo, y el "Tritón" comenzó a navegar nuevamente, surcando las aguas del Paraná, con su carga de pasajeros; y rumbo a sus destinos. A su paso por Arroyo Seco, detrás de las islas; se podía ver, como antes, solamente su mástil y su chimenea. Sin embargo, ahora dejaba sentir el sonido de su sirena; como un cariñoso saludo al pueblo, que quizás lo hizo prisionero, sin querer hacerlo; y a la vez lo cobijó con la mansedumbre y la grandeza del que recibe a un huésped, sin condicionamientos. Ese huésped que con su imponente presencia, había cambiado y colmado de asombro, las tranquilas costumbres del lugar.




Nos despedimos, Dios mediante, hasta nuestro próximo "berretín", con un poema de Andrés Pierucci, de su material inédito "Lluvias de Pueblo", que evoca:

Un pueblo como éste, / el de mi siesta, / un pueblo que recibe sin rodeos / a todos por igual; / el mismo que resguarda la simpleza, / que dora lo herrumbrado, / que bendice a los pájaros... Un pueblo como éste, / el de mi infancia, / el único capaz de remontarme / al idilio sin pausa, / el único que entiende mis hazañas / de trémulo gorrión, / que camina sin tacos / para no despertarme / de una recordación con gusto a madre...

Un pueblo como éste / yo recomiendo / para nacer, / para poder palpar / sin lastimarse.


Agradecimientos: 

Adela Lizzio de Sanchez; Hermenegildo (Gildo) Ponce. 


Material Consultado:

Diario "Acción" - Año 1931, Material de archivo, Fragmento de Pasado Cercano por Gloria Gennai. 


Colaboración especial: Lito Cianci


* Este material fue publicado originalmente en TEMAS & NEGOCIOS .


 

 

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