03/12/14
María Laura Dedé en la Biblio, presentando su último libro
El viernes 5 de diciembre en la Biblio nos visitará la escritora e ilustradora María Laura Dedé, en el marco del Curso Taller "La poesía infantil. Jugando con las palabras" coordinado por Silvia Velozo.
Los esperamos a las 18.30 hs. para dialogar con ella acerca de sus comienzos y realizar un viaje mágico a través de todas sus obras.
"Ilustrar es asombrarme, porque ofrezco una parte de mí que muchas veces ni siquiera conocía. Y a la vez, en cada trabajo busco algo (un punto, un aire, un sentido) que quede en la retina del que lo mire para que pueda, si quiere, reconstruir una vez más su propio mundo."
María Laura Díaz Domínguez (Dedé) nació en agosto de 1970 en Argentina. Es ilustradora, escritora y diseñadora gráfica recibida en la Universidad de Buenos Aires, donde también fue docente. Trabajó en varios estudios de diseño, y en las agencias Young & Rubicam, Savaglio y otras. Estudió con Silvia Schujer y Mónica Weiss, y es miembro del Foro de Ilustradores/Argentina.
Así nos relata Dedé su acercamiento al mundo de la ilustración: "De chica solía mirar libros de los maestros del arte. Los abría en cualquier página y con el cuadro que caía me imaginaba una historia. También cantaba, bailaba y actuaba todas y cada una de las canciones de María Elena Walsh, Walter Chomsky y María Teresa Corral. Me comía la colección del Chiribitil y mis libros preferidos eran La escuela de las hadas de Conrado Nalé Roxlo y Cuando todo pasa volando de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes. Después leí muchas historietas. Me deleitaba con genios como Breccia, Altuna, Quinoy Manara, pero al que siempre admiré profundamente es a mi papá Adalberto Díaz Domínguez (lo digo con cara de Electra), eximio artista que cada vez que se presenta a un concurso de dibujo… ¡lo gana!"
"Ahora —continúa Dedé— mi mayor salida es internarme en librerías para conocer todo lo nuevo y volver a ver lo viejo. También aprendo mucho con el trabajo de mis colegas, principalmente los del Foro de Ilustradores. Desde los más experimentados como Gustavo Mazali, Horacio Gatto, Juan Lima, Pablo Bernasconi y Mónica Weiss, hasta Vanina Starkoff, Sonia Esplugas, Hebe Gardes, Paula Fränkel y tantísimos otros".
En un viaje a Berlín —Alemania— trabajó en fotografía, publicidad, cine y dibujos animados, además de participar en un taller literario de inmigrantes latinoamericanos. Al retornar a la Argentina, montó un estudio de diseño con su marido, especializándose en diseño editorial. Tras el período de crisis económica nacional, a fines del año 2001, volvió a Europa —esta vez a Barcelona— y siguió trabajando en un estudio que realizaba revistas de golf, pero también llevaba a cabo otras actividades paralelas: "Por las noches, me convertía en fantasma para asustar a los comensales de un restaurante temático —de terror, claro— y los fines de semana animaba fiestas infantiles. Fue entonces donde decidí dedicarme de lleno a contar historias."
En 2003 volvió a Buenos Aires, y a partir de La estrella y su deseo —su primer libro como autora integral—, siguió escribiendo, ilustrando, diseñando sus libros y dando talleres para chicos. En la actualidad, María Laura Dedé se encuentra realizando unos juegos interactivos para PC en base a cuentos clásicos. Al mismo tiempo, está participando del taller de escritura de Iris Rivera —"sigo escribiendo un par de leyendas apócrifas, del estilo de "Carina, la gallina china"— , pero el objetivo fundamental para este año es terminar mi primera novela para adultos", nos comenta sobre esta experiencia—, y dicta talleres literarios para niños y adolescentes junto a Olga Appiani de Linares.
Para contactarse con la ilustradora, hay que escribir a dede@marialauradede.com.ar, y para ver más de sus trabajos, su página web es www.marialauradede.com.ar.
Así trabajo - por María Laura Dedé
Quizás por mi tic de diseñadora (o por algún otro mecanismo interno), me estimula mucho hacer un trabajo por encargo. "Composición tema: La vaca", y ahí nomás la vaca se me engancha como abrojo; me obsesiono. Mi vida pasa a ser sus mugidos, la textura de su piel, sus hábitos alimenticios y la leche que le ordeñan. Prefiero pensarla integralmente (el texto, la imagen, el formato del libro, su recorrido), y así le voy dando forma en mi cabeza.
Cuando ya sé adónde apunto, cuál es mi objetivo, cuál es la esencia con la que cada trazo y cada palabra estarán teñidas (en la facultad a esto lo llamábamos "el partido conceptual"), recién entonces empiezo a bocetar. Ahí nace la segunda parte del trabajo, la más concreta; en la que se pueden abrir nuevos caminos. Y hay que estar permeable para eso. Este proceso también es válido para un texto sin imágenes, para una imagen sin texto, o para todo junto, ya que el camino del arte es uno solo. Después empieza la tercera etapa —ardua pero no menos apasionante—, que es la etapa de corrección. Que esta palabrita, que este color, que esta coma, que este cuerpo tipográfico… se pule, se pule, se pule, como dijo alguna vez Silvia Schujer: "como un diamante".
Y... ¿cuándo está terminado? Cuando lo recibe el chico (o, por qué no, el grande) y se divierte, le gusta o lo moviliza o lo motiva y (ojalá) también un poquito se emociona.