A Patricio Daniel Gorosito le costó un buen esfuerzo transitar los diez metros desde su asiento al sillón ubicado frente al tribunal donde lo interrogarían los tres jueces. Al fundador del club Real Arroyo Seco acababan de leerle la acusación por ser jefe de una asociación ilícita y suministrar la logística para que una tonelada de cocaína disimulada en bolsas de carbón vegetal pueda llegar a Europa a través de tres embarques. Los jueces le preguntaron su nombre y su apodo y le pidieron que señalara cuáles eran sus medios de vida. "Yo trabajé un tiempo con el señor (Julio) Grondona. Le llevaba jugadores de la zona para su equipo, que era Arsenal. Para que sepan, el 70 por ciento de los jugadores que se van al exterior salen de la zona nuestra", dijo en referencia al sur de la provincia de Santa Fe.
El titular del tribunal quiso saber si se refería al fallecido presidente de la AFA. "Sí, a Julio, el mismo", afirmó Gorosito. Cuando la audiencia terminó, La Capital buscó seguir la charla con este hombre de 65 años, oriundo de Arroyo Seco, que en el estrado optó por no hablar de los delitos que le imputan. "Conmigo hay muchas confusiones", dijo. Eso porque a partir de 2012, cuando lo detuvieron en España por contrabando de cocaína, algunos creyeron entender el origen de su nivel extravagante de gastos que incluía negociación de futbolistas, compra de campos en Santiago del Estero, el levantamiento de un complejo deportivo magnífico de 21 hectáreas en Arroyo Seco y su posterior venta millonaria a Rosario Central.
¿De dónde salió la plata para hacer Real Arroyo Seco, en cuyo estadio jugaba como local Tiro Federal en primera división en 2005?, le preguntó La Capital. "Me la dio Julio Grondona. Todos sabían que el club era de Grondona. Yo puse la cabeza, fui el testaferro. Grondona hizo el estadio. ¿O no vieron que venía él a Arroyo Seco como vino (el presidente del Barcelona Fútbol Club Joan) Laporta? Yo soy un analfabeto. Cuando se vendió el club él me dio una parte a mí", dijo en la charla con este diario.
La venta del Real Arroyo Seco al club auriazul parece una muestra de cómo el dinero de la droga se infiltra o blanquea en la economía formal. Gorosito no dirá nada de eso ni de que la operación se cerró en una escribanía del macrocentro rosarino en junio de 2008 gracias a la gestión del ex jefe de policía provincial Ricardo Milicic, quien acercó a las partes. Sí reconoce que se vendió en 16 millones de dólares. "Cuando el dólar estaba a tres pesos", dijo ayer.
A las 8.30 de ayer empezó el juicio oral y público por la causa "Carbón blanco", así llamada porque la cocaína despachada hacia Europa se camuflaba en contenedores de carbón vegetal. Las audiencias se hacen en Resistencia porque la droga se embalaba en la localidad de Quitilipi (Chaco), donde funcionaba la empresa Carbón Vegetal del Litoral SRL y los cargamentos fueron controlados en la Aduana de Barranqueras, en la misma provincia, para salir por el puerto de Buenos Aires.
"Cómo son las cosas, estoy escrachado por el carbón y resulta que yo vendo carbón", dijo Gorosito, que tiene un negocio del rubro en Arroyo Seco. "No tengo más la vinería. Llegué a negociar 108 jugadores de fútbol. Entre ellos (el delantero uruguayo) Piris Alves", afirma.
Hay un vaivén en la charla con Gorosito, quien admite su implicación en un delito pero no de la magnitud de la que los fiscales le imputan. "Está bien, yo me equivoqué. Llevaba dinero a España y lo entregaba en hoteles. Eran cantidades grandes". ¿Ignoraba de dónde salía ese dinero? "Yo no quería llevar más esa plata y cuando me quise retirar era tarde. Yo trasladaba dinero y la policía me empezó a seguir porque dos muchachos de Pavón Arriba, cuando me quise retirar, me prepararon una trampa. Me agarraron con un sobre con 5 mil euros".
Los roles. A Gorosito se lo detectó como encargado de asegurar la logística para el traslado de cocaína procedente de Bolivia en camiones cisterna hasta Arroyo Seco y de allí, una vez traspasada a otros camiones, enviada a Quitilipi para mezclarla con el carbón vegetal. La policía portuguesa lo ligó a una banda de siete argentinos traficantes de droga. Dos de ellos son de Pavón Arriba: Leonardo Prodán y Rolando Di Renzo. Gorosito cree, como su defensor Silvio Piorno, que ambos, detenidos en Portugal lo entregaron para obtener ventajas procesales.
"Estos dos tipos que me hundieron mintieron siempre. Eso se va a ver acá, en el juicio", dice Gorosito. Pero él mismo estaba en España cuando se hacían los decomisos de cocaína en Lisboa. "Sí, estaba. Yo iba de Madrid a Lisboa mostrando jugadores", afirma el acusado.
Di Renzo afirmó en el expediente del caso que el negocio del transporte de cocaína a Europa se pagaba con el 30 o 40 por ciento de la droga, es decir, con mercadería que se quedaban los que aseguraban la logística de los traslados. Para los fiscales de este caso ese era el papel de Gorosito.
Había terminado la audiencia y Patricio Daniel Gorosito estaba sentado inmóvil contra una pared, con el silencio que mantuvo la mayor parte del tiempo, algo extraviado pero sin ser indiferente. Por momentos dormitaba durante la lectura del acta de elevación a juicio. Al finalizar la audiencia se fue con sus abogados. Espera el veredicto en libertad como otros tres acusados que se negaron a declarar ayer.
En silencio. Uno de ellos es otro hombre de Arroyo Seco, Héctor Angel Roberto, de 62 años, quien dijo ser inocente y se abstuvo de declarar. Para el fiscal Federico Carniel era "la mano derecha" de Gorosito en el papel de distribuir el dinero y la documentación falsificada y disponer los cargamentos de cocaína. Su abogado pidió que en virtud de una afección respiratoria que padece quedara exceptuado de presenciar las audiencias. Los jueces Rubén Quiñones, Eduardo Belforte y Ramón González no lo consintieron y convocaron a un médico para que lo acompañe durante el trámite.
También declinaron hablar Carlos Pérez Parga, un porteño de 60 años despachante de aduana acusado de trasladar documentación y dinero de la organización: y Rubén Félix Esquivel, un jornalero de 56 años encargado del galpón de Quitilipi donde se cargaba la cocaína en las bolsas de carbón.
Otro que rehusó declarar es el considerado líder de la banda: el abogado porteño Carlos Salvatore, de 58 años, apresado en Rosario en 2012 y alojado en la cárcel de Ezeiza, quien siguió la audiencia por teleconferencia por cuestiones de salud. Lo acusan de ser quien armó una ingeniería de lavado de dinero con la que montó 60 sociedades.
Luego de que los cinco acusados se negaran a declarar se dispuso un receso hasta hoy, cuando empezará a desfilar el primer lote de testigos de los 50 esperados en el juicio.
Antes del inicio formal del trámite los jueces informaron que solicitaron a la fiscalía de primera instancia de Resistencia la apertura de una investigación de oficio frente a revelaciones públicas de la jueza federal de Presidencia Roque Sáenz Peña, Zunilda Niremperger, acerca de que le habían ofrecido un soborno de 4 millones de dólares para favorecer a los implicados en la causa. Fue esa magistrada la que dictó el procesamiento de los que ahora llegaron a juicio.
La confianza de la defensa en su estrategia
"Vamos a demostrar con claridad que mi cliente no participó de ningún manejo logístico ni de dinero que tenga que ver con la droga. No tenía poder de decisión ni existen llamadas que lo involucren", dijo ayer a este diario el abogado Silvio Piorno, defensor de Gorosito. El profesional aduce que este juicio puede ser nulo porque, según afirma, en España y luego de su detención el 8 de junio de 2011, su cliente recibió el sobreseimiento. "Este juicio implicaría la violación del principio del non bis in idem que significa que a una persona no se la puede juzgar dos veces por el mismo hecho". Sin embargo, Piorno admitió no tener la documentación que acredite ese sobreseimiento. El abogado dijo además que la prueba contra el fundador del Club Real Arroyo Seco es débil. "Se basa en los planteos de dos tipos que cayeron presos por drogas en Portugal", adujo.
Cuando Gorosito declaró frente a los jueces, antes de negarse a hablar sobre los hechos dijo: "Yo quiero aclarar que no hubo juicio de extradición. A mi no me juzgaron. Yo vine voluntariamente a dar las explicaciones necesarias". El presidente del tribunal reconoció que era así. A tal punto, dijo, que ese fue uno de los motivos por los cuales Gorosito llegó al juicio en libertad.