02/08/16

Fariña señaló a quienes cobraban coimas

 

En una ampliación de su declaración indagatoria, el financista divulgó información sobre un mecanismo de "retornos" y "recaudación".

 

 

El "testigo arrepentido" Leonardo Fariña, imputado colaborador en la causa de la ruta del dinero K, reveló nuevos detalles sobre el entramado de corrupción montado por el kirchnerismo en torno a la obra pública. En una ampliación de su declaración indagatoria, el financista divulgó información sobre un mecanismo de "retornos" y "recaudación" que -según sus palabras- operó al mando de Néstor y Cristina Kirchner.

En un escrito de 38 fojas que fue presentado este lunes en el juzgado federal de Sebastián Casanello, el "arrepentido" dio nuevas precisiones de un mecanismo que se inició durante la gestión de los Kirchner en la provincia de Santa Cruz y que luego se trasladó a la órbita nacional a partir del 25 de mayo de 2003.

El primer paso que permitió "pavimentar los caminos para el cobro de las coimas" fue la modificación de la ley de Obras Públicas. El Poder Ejecutivo impulsó un nuevo sistema que permitió reemplazar el "acopio" de materiales -que le permitía al constructor congelar el precio de los insumos- por los "anticipos financieros". Por esta reforma, el contratista que ganaba una licitación accedía a un pago inmediato de entre el 10% y el 20% de la obra a fines de ayudarlo con la puesta en marcha del proyecto.

De acuerdo con los dichos de Fariña, ese porcentaje era el que los empresarios adjudicatarios luego debían abonar en concepto de retorno a distintos funcionarios del Ministerio de Planificación que manejaba Julio De Vido. Entre ellos, mencionó a Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi, José López, Roberto Baratta y Rafael Llorens.

En tanto, volvió a mencionar al empresario Carlos Wagner como el encargado de "la recolección y la cobranza" en su rol de presidente de la Cámara Argentina de Construcción (CAC). Según relató, bajo su órbita se organizaban "camaritas" o "comisiones" que se reunían en horarios y días específicos para consensuar reclamos y organizar los llamados clubes, "que no era otra cosa que el armado previo de las licitaciones estableciéndose quién iba al frente, con qué precio y quiénes comprarían pliegos para presentarse y acompañar, obviamente con ofertas exorbitantes, haciendo así aconsejable adjudicarle al que iba al frente".

Tal era el grado de organización, que esos subgrupos llegaron tener denominaciones propias. Estaban los "vivienderos", los "viales", los especialistas en "obras del conurbano", "obras públicas", "concesiones y privatizaciones" y "legales". Esta última comisión desarrollaba la normativa, que luego era consensuada con las autoridades para que salieran los decretos o leyes pertinentes.

"La provincia de Buenos Aires tenía una particularidad con relación a los clubes y es que el propio gobernador Daniel Scioli participaba en la confección de los mismos dado su estrecha vinculación con el ingeniero De Vido", precisó el escrito presentado con la asistencia letrada de la doctora Giselle Robles.

Las empresas elegidas para ser adjudicadas armaban su club con otras firmas que se presentaban en las licitaciones con cotizaciones mucho más altas. Así se podían digitar las compulsas siempre a cambio de un porcentaje del precio de la obra o de algún otro tipo de retorno. "Todo iba para Néstor o todo sucedía en conocimiento de él", precisó Fariña, quien también mencionó a Carlos Zannini y a Alessandra Minicelli (esposa de De Vido) como encargados de diseñar los decretos y las resoluciones referidas a las licitaciones.

"Una de los ejemplos que recuerdo es que Jaime siendo Secretario de Transporte tenía que hacerse cargo de las gestiones de cobro a las empresas. Su secretaria personal le decía que tal día había partido de tenis, entonces con su bolso raquetero al hombro y lleno de dólares se lo ha visto salir del Faena", contó el ex esposo de la modelo Karina Jelinek.

La segunda parte de la coima se instrumentaba a través de la certificación de las obras, que generalmente quedaban supeditadas a la voluntad del funcionario de turno. Estos certificados son los que les permitían a las compañías hacerse con el dinero para poder avanzar con el proyecto comprometido.

Según Fariña, López -el hombre del escándalo en el convento- instrumentó un sistema perverso en el cual las empresas amigas cobraban sin mayores problemas, pero no así el resto, que indefectiblemente debía ingresar en el circuito de la coima pagando porcentajes de hasta 4% sobre el monto del certificado. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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