13/05/18

El berretín de las cosas idas...Aquel Inmigrante que le dió nombre a su barrio

 

Evocación de Juan Francisco Marinelli a Ignacio Sciacca

 

 

Habían contraído matrimonio en Catania, y al año siguiente en 1926 se embarcaron rumbo a la Argentina arribando al Puerto de Buenos Aires. Tal vez, el motivo de su partida haya sido la constante erupción del Etna, volcán que durante siglos atemorizó a esa región de la Isla de Sicilia en la Italia Meridional, o quizás, impulsados por el deseo de trabajo y de progreso que prometía la nueva tierra. Fue así como Ignacio Sciacca y Giusepina Puccio, eligieron a Pueblo Aguirre, como lugar para jugar el destino de sus vidas arribando en tren a la estación Arroyo Seco. Alquilaron una vivienda en calle Rivadavia al 900; y en 1936 se mudaron a Juan B. Justo y Belgrano. En ese tiempo el lugar aún se mostraba con escasas edificaciones, y con baldíos y descampados sobre sus calles y veredas de tierra. Con sus propias manos y la ayuda de un familiar afincado en Buenos Aires que vino para ayudarles; fueron levantando la casa sobre calle Juan B. Justo y un local para negocio en la esquina. Comenzaron con un pequeño almacén con despacho de bebidas,que estada atendido por Giusepina, mientras que Ignacio, se dedicaba a otras tareas que le irían permitiendo con el fruto de su esfuerzo, mejorar su condición económica. Con un carro de tracción a sangre se inicio en la venta de pescados que compraba en el río a los pescadores. Recorría las calles ofreciéndolos a sus pobladores y también se dirigía a la campaña abasteciendo a los colonos de ese entonces. Recordemos que la zona rural estaba muy poblada y muchos vendedores ambulantes ofrecían sus mercancías y sus servicios; como el caso de los colchoneros o de los que vendían telas y artículos de tienda, temas que ya hemos comentado en otros números de esta columna. 



Los habituales viajes a las quintas de verduras y chacras que visitaba don Ignacio y su visión le despertaron la idea de que seria conveniente traer de esos lugares, pollos, lechones, huevos, hortalizas y otros frutos del campo. Comenzó a hacerlo, llevando dichos productos hasta la estación de trenes, donde los cargaba con destino al Mercado de la Ciudad de Rosario. De sus continuos viajes a esta Ciudad, y siempre valiéndose del tren como medio de transpone; cargaba mercadería allá adquirida y luego la vendía el público en su negocio y a los campesinos en sus visitas con el carro, planteando así un interesante flujo comercial de ida y vuelta, valiéndose tan solo de su tesonero esfuerzo y voluntad. No hay dudas que Don Ignacio, un incansable trabajador, traía además como muchos inmigrantes, un espíritu de progreso que no lo hacia detener en sus intentos. Los continuos viajes a las zonas rurales le hicieron notar la necesidad de aquella gente de movilizarse de un lugar a otro. El único medio con que contaban era en caballo, en carros o en sulkys, salvo algunos casos aislados en que poseían el famoso Ford T y mas adelante el Ford A. Fue así que en sociedad con un amigo de apellido Marrano adquirieron un vehículo usado y lo transformaron adaptándolo como Colectivo de Pasajeros (fotografía), volviendo a poner de manifiesto sus inquietudes visionarias y de un verdadero pionero. Este nuevo medio de transporte ya en marcha, salia de Pueblo Aguirre, por el camino que nacía en el Almacén de Giúntoli. (Hoy acceso a la Autopista), pasaba por Pueblos de campo, como Albarellos, Coronel Domínguez, Bogado, Villa Amelia, Uranga y tantos otros, llegando hasta La Vanguardia. Desde allí regresaba tomando el camino que termina en Fighiera; y desde ese pueblo vecino por el camino de tierra paralelo a las vías del Ferrocarril hasta nuestro pueblo. 

Es de destacar las paradas que tenía en su recorrido, y que son lugares que hoy han quedado sepultados por el tiempo. Nos referimos a los emblemáticos parajes rurales compuestos por pequeñas comunidades de campesinos y que tantos recuerdos traen sin duda a mucha gente que vivió o nació en esos lugares ya desaparecidos. 

Con la primera fábrica de sillas; "La Famosa" que Domingo Spina abriera en 1923, otros establecimientos silleros se fueron abriendo en el Pueblo, pero la mayoría de ellos se concentró en este barrio que se encontraba comprendido entre las calles San Martín y Rivadavia y Sarmiento y el "Barrio Melillo".Esto hizo que creciera una fuente inagotable de trabajo, y a la par de ellas traía otra actividad desempeñada casi, su totalidad por mujeres. Se las llamaba "Las Silleras", y se dedicaban al armado del asiento, es decir "el empajado". En las frías madrugadas ellas salían de sus casas rumbo a las fábricas para entregar las sillas "empajadas" y recibir las que debían "empajar". 

Fluían de todos lados "Las Silleras", arrastrando sus carritos por las calles de tierra, o atadas las sillas unas con otras sobre su cabeza. "Salían cantando y volvían cantando a pesar del cansancio", otorgándole una nota de alegría al vecindario. 

Y esta fue una pincelada del barrio donde habitaron Don Ignacio Sciacca, su señora y sus sueños rodeados de gente de trabajo en tiempos difíciles y muy duros. En su vida no tuvieron hijos, pero actuaron como si los hubieran tenido; porque quienes lo conocieron, saben que apadrinaron a muchos chicos del barrio; ayudando de esta forma a sus familias y a quienes lo necesitaban. Es que, este recordado matrimonio que trabajó y luchó duramente, en su paso por esta vida; fue de verdad un ejemplo de solidaridad, que dejó huellas indelebles en el corazón de sus vecinos y congéneres, ganándose el respeto y la admiración de quienes los conocieron. Y tan cierto fue el reconocimiento que aquel barrio, de allí en más llevaría su nombre, homenaje a esos inmigrantes que llegaron a este Pueblo; tan solo con una valija cargada de ilusiones y deseos de rendirle tributo a la vida con esfuerzo, decisión y voluntad de ayudar al prójimo. 

 AGRADECEMOS A: Juan F. Marinelli, Pedro Tisone (CACHILO), Carlos Tisone, Norma Mó, Norberto Roma, Rosa Bonaccorso. Y a TITA Lenci de Gatica por sus nostálgicos recuerdos como vecina de este matrimonio.

Diagramación: Carlos Stenta


 

 

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