27/08/18

Manu Ginóbili anunció su retiro del basket

Twitter Manu Ginóbili

 

El mejor de todos los tiempos

 

 

A través de sus redes sociales Emanuel Ginóbili anunció su retiro del basket: "Con una gran mezcla de emociones les cuento que decidí retirarme del básquet. ENORME GRATITUD para mi familia, amigos, compañeros, DTs, staff, aficionados y todos los que fueron parte de mi vida en estos 23 años. Fue un viaje fabuloso que superó cualquier tipo de sueño", escribió en Twitter e Instagram.

En su impactantante carrera Ginóbili jugó tres años de Liga Nacional en la Argentina, cuatro en Italia y los últimos 16 en una misma franquicia de la NBA, San Antonio Spurs, lo que lo convirtió en una de sus leyendas con cuatro títulos, integró la Selección Dorada de nuestro país, debutó en el Mundial de Grecia 1998 y disputó un total de 104 partidos oficiales, donde anotó 1.588 puntos. Fue el sexto jugador con más encuentros disputados en la historia de la Mayor, en 13 torneos, y fue parte de la obtención del oro olímpico de Atenas 2004, el bronce de Pekín 2008, los títulos en el Premundial 2001 y el Preolímpico 2011 y el subcampeonato en el Mundial de Indianápolis 2002. 

Conocida la noticia las redes se inundaron de miles de mensajes de agradecimiento y tristeza por su alejamiento.

Desde Arroyo Noticias compartimos fragmentos de una nota realizada por Alejandro Wall para la  Revista Anfibia

El deporte argentino tiene un dios sucio, un superpibe formateado en catalán y una colección de estrellas con pies de barro. Ninguno nos convence del todo. Excepto Ginóbili, un veterano que brilla en la liga más galáctica, un tótem sin contraindicaciones, un héroe de la corrección política. Un hombre de clase media que no conquistó a Nueva York sino a San Antonio, que no lidera a los gritos sino por consenso: nuestro ídolo mundano.

Para anotar las coordenadas del lugar en el que está parado Emanuel Ginóbili habría que irse hasta el 31 de octubre de 2000, la noche en que Juan Ignacio Sánchez, con Philadelphia Sixers, y Rubén Wolkowyski, con Seattle Supersonics, se convirtieron en los primeros argentinos en jugar en la NBA, la liga más galáctica del mundo. Para las estadísticas, Pepe Sánchez fue el primero. Wolkowyski entró unos minutos después, pero su historia simbolizaba lo extraordinario: a diferencia de Sánchez, que llegaba desde el básquet universitario de Estados Unidos, Wolkowyski aparecía como un producto de la Liga Nacional. "Era más fácil decir que me iba a jugar a la Luna que decir que iba a jugar en la NBA", contó una vez. Son esos días en los que los diarios acostumbran a titular como históricos. La NBA era el Everest del básquet. Ningún argentino la había podido escalar. Hasta que en 2002 Ginóbili llegó a San Antonio Spurs.



Ginóbili es Manu, la contraseña de su popularidad. Su padre temía que lo llamaran Manolo, pero la posmodernidad le entregó otro apodo, el apócope de Emanuel, que es otro símbolo de la cercanía. A los grandes ídolos les basta el nombre de pila. Diego y Leo. Ahí entra Manu, en un olimpo que muchos le hacen compartir con deportistas de apellido, tal vez más fríos y lejanos, no sólo por el paso del tiempo, como Fangio y Vilas, sino también por sus episodios finales, como Monzón. Muchos olvidan a Sabatini, que es Gaby. Si el básquet está en una transición, también lo está la industria de los ídolos globales que aporta la Argentina. Está Messi y está Ginóbili. Está Juan Martín Del Potro, en una escala menor. El boxeo ya no da algo así desde la fugacidad de Maravilla Martínez. Fuimos contemporáneos de todo eso, lo que resta es la incertidumbre, la espera de otra aparición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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