20/11/18
20 de noviembre Día de la Soberanía Nacional
Batalla de la Vuelta de Obligado
El 20 de noviembre de 1845 se produjo la batalla de la Vuelta de Obligado sobre el río Paraná, en la zona de San Pedro, un enfrentamiento entre la Confederación Argentina, comandada por Juan Manuel de Rosas, y una escuadra anglofrancesa que pretendía controlar la navegación de los ríos, los heroicos soldados argentinos, en inferioridad de condiciones, resistieron la invasión del ejército anglo-francés, el más poderoso del mundo
Con la finalidad de colonizar territorios de nuestro país, durante 1845 Francia e Inglaterra emprendieron una ofensiva con una flota de 95 navíos de carga, repletos de productos para ser colocados en la provincia de Corrientes y en el Paraguay.
Los invasores querían entrar por el Paraná, pero las tropas nacionales, al mando de Lucio Mansilla, se anticiparon en un estrecho recodo de ese río: la Vuelta de Obligado. El número de fuerzas enemigas superaba ampliamente en cantidad y modernidad de su armamento a las argentinas, que sin embargo no se amedrentaron y batallaron durante siete horas. De este modo, lograron que las tropas adversarias no pudieran ocupar las costas, objetivo necesario para poder adentrarse en el territorio argentino.
Esta heroica resistencia, así como también el espíritu de lucha nacional se conoció en toda Europa y quedó inscripto en nuestra historia como un símbolo de independencia, libertad y unidad nacional.
Petrona Simonino, una valiente en el campo de batalla.
El papel de las mujeres en la política y la cultura argentina no siempre es reconocido con justicia. Pocas veces se dimensionan sus aportes, tanto en los grandes acontecimientos como en la vida cotidiana. La historia de Petrona Simonino, quien participó en la batalla de la Vuelta de Obligado, se inscribe en la rica tradición de mujeres argentinas que protagonizaron distintas luchas para transformar el país y contribuir a una vida en común más justa.
Petrona Simonino nació en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, en 1811. En 1832 se casó con Juan Silva, un hacendado de la zona con quien tuvo ocho hijos. Ambos participaron en la batalla de la Vuelta de Obligado: él, como capitán de la milicia norte y ella, auxiliando a los combatientes —proveyó de municiones y agua a los que peleaban y ayudó a los heridos—.
No fue la única mujer con protagonismo en esta batalla, tal como dejó consignado Francisco Crespo, el ayudante de Lucio Mansilla, en el parte que envío a Rosas: «También han muerto con heroicidad varias virtuosas mujeres, que se mantuvieron en este sangriento combate al lado de sus esposos, hijos o deudos, socorriendo a sus heridos y ayudando a los combatientes en la defensa del honor argentino».