20/06/13

Newells y una fiesta sin fin

 

La caravana que encabezaron los jugadores tras la obtención del campeonato fue acompañada desde el aeropuerto rumbo al Parque Independencia. A paso de hombre, el micro descapotado con el plantel vivió una celebración inolvidable

 

 

Newells vivió una fiesta interminable, en una jornada donde las celebraciones por el título del torneo Final comenzaron bien temprano por la tarde y se prolongaron hasta entrada la madrugada. Al borde de las 3 de la mañana, un importante número de hinchas seguía esperando al plantel que, a paso de hombre, se dirigía en una caravana hacia el Parque Independencia. luego de regresar desde Chaco, donde cayó con Talleres y quedó afuera de la Copa Argentina. Pero a los hinchas rojinegros poco les importó la eliminación, en una de las fechas que quedará marcada a fuego en la historia del club.

El micro descapotado que transportaba al plantel de Newells campeón por las calles de la ciudad cambió de recorrido en plena marcha. La lentitud con la que avanzaba el ómnibus, debido a la multitud que lo acompañaba y esperaba en las calles, obligó a que doblara en Wilde hacia Mendoza para finalmente dirigirse hacia el Parque Independiencia. A más de tres horas horas de haber arribado al aeropuerto de Fisherton (el vuelo llegó puntual, a las 22), el ómnibus se movía lentamente, pese a que era escoltado por cuatro motos de la policía. Mucha gente esperaba en el epicentro de los festejos, en avenida Pellegrini y bulevard Oroño, aunque luego de más de diez horas de fiesta muchos se resignaron y se retiraron sin saludar al plantel. 

A las 22.24, el plantel de Newells campeón partió desde el aeropuerto Internacional de Fisherton rumbo al centro de la ciudad. Ni bien llegaron al aeropuerto, a las 22.02, los jugadores se subieron al micro descapotable -el "leprabus- que estaba en la pista aguardando y tras saludar a la gente que estaba en el edificio del aeropuerto emprendieron la caravana hacia el Parque Independiencia. 

Una multitud acompañó al micro que se movió muy lentamente, y que demoró casi media hora en salir de las calles internas del aeropuerto, debido a la impresionante cantidad de gente que se acercó a Fisherton. Los jugadores saltaban, bailaban y cantaban en el micro, mientras hacían flamear las banderas y saludaban a la gente que los aguardó pacientemente desde antes de las 20 en algunos casos y que luego los escoltó o esperó en calle Córdoba para saludar el paso de los brillantes campeones.


La fiesta en el aeropuerto. 

De repente, pasadas las 21, todo en el aeropuerto era alegría en rojo y negro. Luego de tantas horas festejando en cada calle de la ciudad, con bombas de estruendo y bengalas, remeras y banderas, cantando y saltando, muchos hinchas de Newells fueron a esperar los dos vuelos charter que regresaban de Chaco.

En cada rincón del aeropuerto había una bandera, un gorro rojinegro, alguien que gritaba una y otra "dale campeón". Aunque la organización no ayudó y el control policial fue escaso, los hinchas disfrutaron cada momento esperando la llegada de los futbolistas.

A las 22.24, los cánticos se convirtieron en euforia, hasta que finalmente el ómnibus descapotado dio paso al festejo desenfrenado, en un recorrido que parecía imposible, ya que la gran marea rojinegra apenas si dejaba desplazarse al colectivo "de a pasitos".

Desde arriba del ómnibus los jugadores también se soltaron y, vistiendo pelucas naranja, "castigaron" instrumentos de percusión para fundirse con el pueblo leproso en las canciones, al ritmo de los fuegos artificiales.

El recorrido rumbo al Coloso fue lento, mucho más de lo previsible, en una caravana que en la mayoría de los tramos se movió a paso de hombre, con cada hincha queriendo estar lo más cerca posible de sus ídolos. Y, además, en cada esquina se sumaban nuevas multitudes rojinegras, lo que hacía más difícil el trayecto.

En el parque Independencia, mientras tanto, esperaban los hinchas leprosos para continuar la fiesta, ya de madrugada. Pese a la discreta vigilancia policial, la gran cantidad de gente -que desbordaban la rotonda central y se extendían hasta Balcarce y Pellegrini, y hasta Montevideo por Oroño- celebró en paz.

Fuente La Capital

 

 

 

 

 

 

 

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