21/03/14
Cuando nuestro “hablar” nos identifica
Tener en cuenta la intención de las palabras es esencial para mantener una buena salud, física, mental y emocional.
Muchas veces podemos ser heridos o herir, manifestar violencia o causar controversias, simplemente por el hecho de habernos adelantado a hablar sin pensar, sin haber medido las consecuencias.
¿Marcamos la diferencia en el destino de nuestras palabras?
La intención con que nos expresamos tiene un valor inestimable a la hora de decir buenas palabras porque imparten un ambiente saludable para uno mismo y para quienes nos escuchan.
Se puede "hablar" mucho y "decir" muy poco. Relacionando estas reflexiones con el concepto de salud, observamos que el estar sanos tiene íntima conexión con la inocencia y pureza del pensamiento.
La queja, la crítica o el descontento son expresiones que se originan en el resentimiento o falta de compasión con uno mismo y con los demás.
La pionera de un sistema de curación espiritual basado en las enseñanzas de Jesús, muestra una regla entendible y práctica en su obra Ciencia y Salud: "Si la Verdad está venciendo al error en tu conducta y conversación diarias, finalmente puedes decir: He peleado la buena batalla…he guardado la fe, porque eres un hombre mejor" (Mary Baker Eddy).
El cambio y transformación de nuestro pensamiento es vital para una experiencia feliz.
Un estilo de convivencia que podemos ejercer en familia y en nuestra sociedad, es medir cada palabra que expresamos, para que a través de ella seamos una influencia sanadora en el momento oportuno.
¿Lo intentamos?
Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Argentina.
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